Que en un campeonato profesional de League of Legends tengamos que soportar bugs como el ocurrido en mitad de la LEC, es increíble.
Un fallo con la Samira de Upset, provocó que, tras resucitar con el Ángel Guardián, la campeona no dejase de castear su ultimate de manera constante, provocando que el resto de personajes no pudiesen interactuar con ella.
Tras comprobar semejante bug, la partida se pausó y se puso en marcha el salvavidas del día: el Chronobreak que permite a los árbitros de LEC determinar el estado previo de la partida justo antes de que ocurriese el bug, e intentar simular el mapa hasta ese momento exacto. Sin embargo, no se pudo ejecutar y se tuvo que hacer remake.
Una de tantas ocasiones en las que League of Legends parece demostrar que está plagado de fallos que Riot se niega a solucionar, más pendientes de incluir personajes de forma continuada y sin pulir, que en arreglar un juego bastante añejo y con mil defectos.